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Cuando empece a dirigir la Unidad de Dolor del Sanatorio San Francisco de Asís me preocupaban muchísimo las complicaciones que había presenciado como residente en las distintas unidades del dolor, tanto en Madrid, en el Hospital La Paz, como en Roma, en los Hospitales Universitarios Tor Vergata y La Sapienza. Así que, para ahorrar riesgos y complicaciones, tenía muy en cuenta Ia balanza riesgo/beneficio. Comencé a disminuir las dosis del anestésico local y, desde 10 cm3 de bupivacaína por bloqueo, bajé, con el tiempo, hasta 2 cm3, e incluso hasta 1 cm3 dependiendo del bloqueo, sin alteración del resultado analgésico. Fui añadiendo fármacos regeneradores, antiinflamatorios, antioxidantes, etc., consiguiendo unos resultados espectaculares y sin la menor complicación para los pacientes, ni en la unidad, ni posteriormente.Como podía practicar varios bloqueos por acto clínico, para que el paciente lo tolerara fácilmente tuve como objetivo disminuir el dolor e incluso la molestia del bloqueo, para lo cual empecé a cambiar de agujas, usándolas cada vez más finas y menos agresivas. Utilizo, además, cloruro de etilo en spray, Cloretilo®, para congelar la zona que previamente se va a pinchar. El resultado es que el paciente no se entera. En las explicaciones de los materiales y fármacos que utilizo soy de una gran sencillez, como podría ser en una conversación con un colega que se pregunta: ¿la aguja que usas cuál es, Ia verde normal intramuscular ?, ¿y de ese fármaco, cuántos cm3 pones? o ¿cómo lo puedo localizar y de qué laboratorio es?.Cuando conocí a la Dra. Melzac, de Toronto, considerada una puntera en el tratamiento del dolor, me quede muy decepcionada ya que su discurso terapéutico no iba tan encaminado a bloqueos nerviosos agresivos como hacia los problemas psicosomáticos del paciente. En Tacoma, Seattle, cuna de John Bonica, inventor del bloqueo nervioso, me pasó lo mismo: los tratamientos se decantaban hacia el conocimiento de la psicosomática del enfermo. No entendía ese cambio. Nunca pensé que, al cabo de los años, mi práctica médica me iba a conducir por los mismos derroteros.Cualquier médico que sepa "pinchar", escuchar al paciente y esté deseoso de eliminar su dolor está en condiciones de llevar a la práctica este manual de ayuda en el tratamiento del dolor crónico benigno.
Dra. María Isabel Heraso AragónDirectora de la Unidad de DolorSanatorio San Francisco de AsísMadrid, EspañaFundadora y PresidentaFundación Internacional del Dolor